Mi hermano derecha by Pamela Pulido

Mi hermano derecha by Pamela Pulido

autor:Pamela Pulido [Pulido, Pamela]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: 1. Literatura mexicana - Literatura infantil, 2. Amistad – Literatura infantil, 3. Escuela – Literatura infantil, Ediciones SM
editor: Ediciones SM


Un rechinido nos hace voltear. Una niña de cabellos rebeldes se balancea de las gradas como si fueran barras asimétricas y toma fotografías de cabeza, es Marianela.

—No vas a encontrar sol aquí abajo.

—Pensé que te había dicho que dejaras de seguirme.

—No lo hago. Este es mi lugar.

Beto no quiere alegar. Estar debajo de las gradas es extraño, probablemente este sí sea su lugar. Marianela se aleja como una profesional del pasamanos.

—Espera —le pide Beto—. Te debo una disculpa.

La niña se suelta y lentamente se voltea hacia nosotros.

—No quise desquitarme contigo. Tenías razón —Beto hace una pausa. Discute con su boca sobre cuales palabras soltar—. No sé cachar —dice finalmente, y me apoyo en su rodilla para que se recupere de la conmoción—. No se lo digas a nadie, por favor.

Marianela se acerca y nos muestra su dedo chiquito.

—Prometido.

Tomo su meñique y se enreda con el mío. Su dedo raspa de una manera agradable. Marianela nos sonríe y su mano me suelta.

—No escuché la disculpa.

Beto sonríe.

—¿Me perdonas?

—Sí —nos confirma sin un rastro de rencor—. ¿Cómo te fue con el doctor? ¿Cómo salió la radiografía? —cambia el tema.

—¿Cómo supiste...? —Beto se burla de sí mismo por preguntar, ya se debería de acostumbrar a que lo sabe todo—. Los huesos van bien.

—¿Emocionado?

—Nervioso —me muevo en círculos como diciendo “qué más me queda”—. Ya que te confesé mi secreto, ¿podrías decirme el tuyo?

—¿Cuál?

—¿A quién le tomas fotografías?

Beto voltea al campo y en primer plano está su hermano a punto de lanzar.

—¿Te gusta Toño?

Siento un cambio en el pulso de Beto, es puntiagudo, como si cada tan tan de su corazón fuera un clavo. “¿Así se sienten los celos?”.

—¡Por supuesto! —contesta irónica—. Todas las acciones de las mujeres están impulsadas porque nos gusta un hombre —sus manos hacen un corazón en su pecho y pestañea rápida y exageradamente.

—¿Entonces?

—Prefiero no decir.

—Bueno, pero dime esto, ¿por qué debajo de las gradas?

—Me gusta ver el mundo desde distintas perspectivas —Marianela sube sus piernas a una de las gradas y se deja caer como trapecista. Sus manos cuelgan en el aire—. Ya que estamos jugando a esto. ¿Por qué te ocultas de tu hermano?

Beto niega con la cabeza. No hay cómo sacarle la vuelta y decide ser honesto.

—Quiero ver si los rumores sobre Toño son ciertos. ¿Contenta?

—¿Por qué estaría contenta? ¿Qué tiene que ver conmigo? —pregunta.

Marianela apoya las manos en la tierra y desatora las piernas. En un instante está de pie.

—Lo hace bien —dice Marianela—, es un excelente estratega... aunque pienso que tú eres mejor pícher.

Sus miradas conectan cual bola y bate, y por un instante los ojos de Beto vuelan por encima del campo.

—He estado practicando los lanzamientos que dijiste. El de nudillos, sobre todo. Se lo mostraré al entrenador cuando lo perfeccione.

—Tienes las uñas largas.

Cierro el puño y las escondo apenado. Soy como el niño al que le dicen que trae un moco colgando y su primera reacción es preguntarse a sí mismo: ¿desde cuándo?

—Es que... sin esta mano... no puedo cortarlas.

—No lo hagas. Se necesitan largas para el lanzamiento de nudillos.



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